14 de enero de 2011

NO AL CHOCOLATE PRO-CONFLICTO

Costa Marfil, también llamada "la perla de África Occidental", se encuentra al borde de una guerra civil -- y las compañías chocolateras podrían jugar un papel importante a la hora de prevenir una matanza.

A pesar de que perdió las elecciones nacionales el pasado noviembre, y de la presión que ha ejercido la comunidad internacional, incluso a través de sanciones, Laurent Gbagbo sigue aferrándose al poder. Los ingresos y los impuestos derivados del comercio del cacao -la exportación principal del país- están financiando a su brutal ejército que ya ha asesinado a cientos de seguidores del partido ganador. Si las chocolateras renunciasen públicamente a hacer negocios con Gbagbo, su fuente principal de dinero se agotaría. Así, sin el apoyo del ejército, su poder e influencia se esfumarían, y se vería obligado a dimitir.

La situación puede explotar y llevar a la guerra en cuestión de días. Amantes del chocolate a lo largo y ancho del planeta: inundemos a las marcas populares como Nestlé, M&M/Mars y Hershey's con mensajes, pidiéndoles que suspendan sus negocios con Gbago y se comprometan a trabajar únicamente con el gobierno legítimo. Envía un mensaje directo a las principales compañías y Avaaz irá publicando cuales de ellas cortan sus relaciones comerciales con Gbagbo.




Todas las instituciones regionales, africanas e internacionales reconocen a Alessane Ouattara como el ganador de las elecciones del pasado noviembre, y legítimo presidente de Costa de Marfil. Pero Gbagbo se niega a ceder el poder, incluso ahora bajo el creciente amenaza de una intervención militar. Más de 200 marfileños ya han sido asesinados, y 25.000 han tenido que huir a países vecinos, mientras que los canales de televisión pro-Gbagbo se han dedicado a incitar a la violencia contra las tropas de la ONU, y a propagar rumores sobre posibles campañas violentas por parte de los seguidores de Gbagbo. El fantasma de una guerra civil está cada vez más presente, y podría poner en peligro la estabilidad de toda la región.

Ouattara, el legítimo vencedor, se está esforzando en favor de la paz y ha aceptado incluso la presencia de algunos ministros del gabinete de Gbagbo en su administración, pero Gbagbo insiste en ocupar la presidencia. Millones de marfileños arriesgaron sus vidas para participar en las elecciones democráticas y para ejercer su derecho al voto. Permitir que Gbagbo mantenga el poder sería premiar la impunidad y su campaña de represión y terror. También alentaría a otros perdedores electorales en África que buscan mantener el poder a la fuerza, así como ocurrió recientemente en Kenia y Zimbabue.

Costa de Marfil suministra casi el 40% del cacao del mundo. Las compañías chocolateras por si solas no pueden derrocar a un dictador, pero el Banco Central de la Comunidad de los Estados del África Occidental acaba de suspender sus servicios a Gbagbo. La interrupción del apoyo financiero por parte de la industria del chocolate podría ser la gota que colma el vaso. Desde hace muchísimo tiempo, estas compañías han contribuido a fortalecer el régimen abusivo de Gbagbo, a veces a través de operaciones financieras turbias. Las tres instituciones nacionales que manejan el cacao dieron más de 20,3 millones de dólares para financiar la guerra del 2002-2003, periodo durante el cual se cometieron algunas de las peores matanzas y violaciones de derechos humanos.

Sabemos que, en estos momentos, este tipo de compañías están evaluando más cuidadosamente sus operaciones, escuchando cada vez más a los consumidores. No hace mucho, Nestlé dejó de comprar aceite de palma en Indonesia, gracias a una campaña que lideró Greenpeace, exigiendo un fin a la grave destrucción de bosques provocada por la producción del aceite.

Es crucial que la comunidad global incremente su presión, pero en este momento tan crítico, una acción urgente de parte de las compañías chocolateras podría ser la clave que permitiese acabar con el régimen ilegítimo de Gbagbo.
El mundo ha tomado partido contra la impunidad y en favor de unas elecciones libres y justas en Costa de Marfil. Ahora su futuro pende de un hilo. Si tomamos acción y mostramos solidaridad con los demócratas marfileños, les ofreceremos la esperanza de una solución pacífica.

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