22 de agosto de 2009

RESEÑAS DE LIBROS

La tierra asoma. Por Antonio Viñas (Ed. Perita).

Poesía sencilla y evocadora que, para a las que la vida emergente de las ciudades dejó huérfanas de pueblo en verano, abre un agujero en el tiempo permitiéndonos conocer la vida sosegadamente dura de nuestros antepasados, con sus manos ásperas de tanta tierra y las lumbres siempre rodeadas de recuerdos y leyendas. Una oda a la sabiduría ancestral y la naturaleza, a los tiempos en los que ambas convivían y evolucionaban respetándose y enriqueciéndose.
“Cuando se trataba de rendirle culto a la vida campesina, la de mis antepasados, más bien pudiera entenderse que se le hace un homenaje póstumo, una esquela lírica para su anuncio al mundo.” Efectivamente, esta sensación está presente en todo el libro, pero el reto está en ser capaz de entender que en un mundo en el que más del 60% de la población vive en sociedades artesanales, del campesinado o la pesca, es nuestra forma de ver y entender este tipo de vida la que debemos cambiar, y no sus gentes.
“Quizás hoy, todos esos hombres y mujeres, labrando sus campos, practicando una agricultura tierna, constituirían el mejor laboratorio nutricional posible para poner orden en este desaguisado de alimentos insípidos, coloreados y estabilizados para encubrir lo que realmente son: una peligrosa farsa.”
Es destacable el epílogo, el cual arroja mucha luz sobre el sentido del libro.

“Hoy, sin duda, no me contradirán, naufragamos en el puré póstumo de la crematística, padecemos de insatisfacción cósmica y la naturaleza se nos muere mientras tomamos nuestra dosis televisiva.”


Cradle to cradle (De la cuna a la cuna). Rediseñando la forma en que hacemos las cosas. Por Michael Braungart y William McDonough (Ed. Mc Graw Hill).



Hace un par de semanas terminé de leer un libro que me regalaron y que resultó ser el argumento en el que se basaba un documental interesantísimo que vi en el festival de Cine medioambiental de junio (Emisión Cero) titulado "Basura=comida" (o "100% hecho de basura").
El libro ha resultado ser increíble. A cada párrafo te hace cuestionarte cosas que muchas veces parecen absurdas, pero que, deteniéndose un momento, tienen toda la lógica del mundo, y si lo piensas un poco acabas sintiéndote bastante tont@ incluso. Pero en vez de acabar por pensar que la raza humana es estúpida y volverte misántrop@, acabas viendo cada objeto cotidiano y cada cosa que hacemos como especie, como una semilla llena de potencialidad que sólo necesita las condiciones adecuadas para germinar correctamente.
A veces da la sensación de que tanto Michael como William son un par de excéntricos utópicos y quizá algo vanidosos, pero eso sólo te lleva a darte cuenta de hasta que punto nuestras mentes han simplificado ciertos hechos y actitudes, sin percatarnos de que siempre se puede mejorar y dar más de lo que recibimos sin perder nada a cambio. Estamos realmente limitad@s a la hora de imaginar y crear, sobre todo cuando consideramos a la naturaleza como nuestra primera enemiga y una destructora nata, vengativa y sin escrúpulos.
Pero ellos van más allá, se trata de crear a su imagen y semejanza e incluso sobrepasando sus bondades, pues es una gran maestra. Devolverle con creces lo que hemos recibido o, al menos, en la misma medida. Sin embargo, a día de hoy, seguimos perdiendo energía y tiempo (incluso dinero, por qué no decirlo) por el camino en casi todos los procesos que realizamos en nuestras sociedades desarrolladas.
Plantearse el por qué y el cómo de la revolución industrial y su desarrollo parece ir demasiado lejos, pero es una de las mejores y más importantes preguntas que, creo, puede plantearse la sociedad actual. Michael y William lo hacen de principio a fin sin ruborizarse, pero además proponen soluciones realistas y específicas para cada problema, aceptando también que, a día de hoy, no tenemos soluciones para todos los problemas y que hay que seguir pensando, investigando y arriesgando, pues no hay nada imposible.

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